´Ella siguió de pie todo el tiempo, sin moverse, hasta cuando los pies se le adormecieron y comenzaron a dolerle las rodillas. Después, cuando el sacerdote descendió del púlpito, el coronel se puso de pie y la niña no sintió más el adormecimiento ni los dolores, no porque se hubiera movido de su sitio, sino porque cuando el sacerdote dejó de hablar y su padre se puso de pie, la niña creyó que la misa había concluido. En las misas siguientes, Remedios ya sabía, sin haberlo preguntado, que durante el sermón debía sentarse en el escaño que le quedaba enfrente, pero sin llevar la almohadilla.
La entrada Así nació ‘Cien años de soledad’ aparece primero en Narrativa Breve.