“Este va a ser un día difícil” –se dijo Clark Kent, mientras se levantaba con el pie izquierdo. Para colmo, había tenido una horrible pesadilla: Superman era un comunista cruel que exterminaba sin piedad a sus enemigos de clase, los explotadores que intentaban defender el paraíso americano a costa de la sangre y el sudor de los sufridos obreros. Lo consideró un presagio siniestro. A duras penas se apretó el cinturón de su slip rojo ajustado, que cubría por encima la malla de sus entrepiernas
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