A todos se les dijo que nuestro proceder había sido el más execrable: un hombre y una mujer yaciendo juntos sin pertenecerse el uno al otro.
A ella, medio cuerpo de cintura para abajo enterrado, la están ahora lapidando en la plaza y no hay ni una sola piedra (¡de dónde demonio habrá salido tanto pedrusco suelto!) que no dé en el blanco.
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